Honduras: la futilidad del golpe



Por Atilio A. Boron

La historia se repite, y muy probablemente concluya de la misma manera. El golpe de estado en Honduras es una re-edición del que se perpetrara en Abril del 2002 en Venezuela y del que fuera abortado ante la fulminante reacción de varios gobiernos de la región en Bolivia el año pasado. Un presidente violentamente secuestrado en horas de la madrugada por militares encapuchados, siguiendo al pie de la letra lo indicado por el Manual de Operaciones de la CIA y la Escuela de las Américas para los escuadrones de la muerte; una carta de renuncia apócrifa que se dio a conocer con el propósito de engañar y desmovilizar a la población y que fue de inmediato retransmitida a todo el mundo por la CNN sin antes confirmar la veracidad de la noticia; la reacción del pueblo que conciente de la maniobra sale a la calle a detener los tanques y los vehículos del Ejército a mano limpia y a exigir el retorno de Zelaya a la presidencia; el corte de la energía eléctrica para impedir el funcionamiento de la radio y la televisión y sembrar la confusión y el desánimo. Como en Venezuela, ni bien encarcelaron a Hugo Chávez los golpistas instalaron un nuevo presidente: Pedro Francisco Carmona, a quien la inventiva popular lo rebautizó como “el efímero.” Quien desempeña su rol en Honduras es el presidente del Congreso unicameral de ese país, Roberto Micheletti, quien juró este domingo como mandatario provisional y sólo un milagro le impediría correr la misma suerte que su predecesor venezolano.

Lo ocurrido en Honduras pone de manifiesto la resistencia que provoca en las estructuras tradicionales de poder cualquier tentativa de profundizar la vida democrática. Bastó que el Presidente Zelaya decidiera llamar a una consulta popular -apoyada con la firma de más de 400.000 ciudadanos- sobre una futura convocatoria a una Asamblea Constitucional para que los distintos dispositivos institucionales del estado se movilizaran para impedirlo, desmintiendo de ese modo su supuesto carácter democrático: el Congreso ordenó la destitución del presidente y un fallo de la Corte Suprema convalidó el golpe de estado. Fue nada menos que este tribunal quien emitió la orden de secuestro y expulsión del país del Presidente Zelaya, prohijando como lo hizo a lo largo de toda la semana la conducta sediciosa de las Fuerzas Armadas.

Zelaya no ha renunciado ni ha solicitado asilo político en Costa Rica. Fue secuestrado y expatriado, y el pueblo ha salido a la calle a defender a su gobierno. Las declaraciones que logran salir de Honduras son clarísimas en ese sentido, especialmente la del líder mundial de Vía Campesina, Rafael Alegría. Los gobiernos de la región han repudiado al golpismo y en el mismo sentido se ha manifestado Barack Obama al decir que Zelaya "es el único presidente de Honduras que reconozco y quiero dejarlo muy claro". La OEA se expresó en los mismos términos y desde la Argentina la Presidenta Cristina Fernández declaró que "vamos a impulsar una reunión de Unasur, aunque Honduras no forma parte de ese organismo, y vamos a exigir a la OEA el respeto de la institucionalidad y la reposición de Zelaya, además garantías para su vida, su integridad física y la de su familia, porque eso es fundamental, porque es un acto de respeto a la democracia y a todos los ciudadanos.”

La brutalidad de todo el operativo lleva la marca indeleble de la CIA y la Escuela de las Américas: desde el secuestro del Presidente, enviado en pijama a Costa Rica, y el insólito secuestro y la golpiza propinada a tres embajadores de países amigos: Nicaragua, Cuba y Venezuela, que se habían acercado hasta la residencia de la Ministra de Relaciones Exteriores de Honduras, Patricia Rodas, para expresarle la solidaridad de sus países, pasando por el ostentoso despliegue de fuerza hecha por los militares en las principales ciudades del país con el claro propósito de aterrorizar a la población. A última hora de la tarde impusieron el toque de queda y existe una estricta censura de prensa, pese a lo cual no se conoce declaración alguna de la Sociedad Interamericana de Prensa (siempre tan atenta ante la situación de los medios en Venezuela, Bolivia y Ecuador) condenando este atentado contra la libertad de prensa.

No está demás recordar que las fuerzas armadas de Honduras fueron completamente reestructuradas y “re-educadas” durante los años ochentas cuando el Embajador de EEUU en Honduras era nada menos que John Negroponte, cuya carrera “diplomática” lo llevó a cubrir destinos tan distintos como Vietnam, Honduras, México, Irak para, posteriormente, hacerse cargo del super-organismo de inteligencia llamado Consejo Nacional de Inteligencia de su país. Desde Tegucigalpa monitoreó personalmente las operaciones terroristas realizadas contra el gobierno Sandinista y promovió la creación del escuadrón de la muerte mejor conocido como el Batallón 316 que secuestró, torturó y asesinó a centenares de personas dentro de Honduras mientras en sus informes a Washington negaba que hubiera violaciones de los derechos humanos en ese país. En su momento el Senador estadounidense John Kerry demostró que el Departamento de Estado había pagado 800 mil dólares a cuatro compañías de aviones de carga pertenecientes a grandes narcos colombianos para que transportasen armas para los grupos que Negroponte organizaba y apoyaba en Honduras. Estos pilotos testificaron bajo juramento confirmando las declaraciones de Kerry. La propia prensa estadounidense informó que Negroponte estuvo ligado al tráfico de armas y de drogas entre 1981 a 1985 con el objeto de armar a los escuadrones de la muerte, pero nada interrumpió su carrera. Esas fuerzas armadas son las que hoy depusieron a Zelaya. Pero la correlación de fuerzas en el plano interno e internacional es tan desfavorable que la derrota de los golpistas es sólo cuestión de (muy poco) tiempo.

- Dr. Atilio A. Boron, director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), Buenos Aires, Argentina
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Poco a poco

Por Alfredo Zaiat

La frase de patrón de estancia de Alfredo De Angeli, avalada por los sectores reaccionarios de la Mesa de Enlace, y la declaración de patrón de negocios con el Estado privatizado de Mauricio Macri, respaldada con el silencio excitado del poder, permiten transparentar un escenario económico en disputa. Amantes de pétalos de rosas, si están en condiciones de aislarse de las consignas fáciles de la contienda electoral, podrán observar que esas expresiones revelan las restricciones existentes a cualquier proyecto reformista, primero, y la centralidad estructural y enorme poder de veto del establishment con complicidades peculiares, después. La intensidad de la puja política por la cercanía de la apertura de las urnas, pero que viene de arrastre de varios meses, desde que se precipitó el conflicto con el sector del campo privilegiado, provoca cierta dificultad de análisis del actual proceso por parte de grupos enrolados en la heterodoxia y en el denominado pensamiento crítico. Ante esa situación, el rescate de textos valiosos de economistas ocultados por la corriente dominante concede la oportunidad de una relectura del pasado con una notable actualidad para comprender el presente. Esa tarea fue realizada por Daniel Azpiazu y Martín Schorr en el libro Peronismo y dictadura. Textos inéditos de Oscar Braun, obra que brinda elementos imprescindibles para acercarse a la puja que hoy se desarrolla en el área económica con muy elevada probabilidad de continuidad luego del domingo de las elecciones. Más bien es esperable su intensificación y para ello es recomendable entenderla en una dimensión más amplia que la del progresismo testimonial.

Azpiazu y Schorr describen a Braun (fallecido en enero de 1981 en un accidente automovilístico) como un economista “particularmente” heterodoxo, nutrido de herramientas de la tradición marxista y de otras provenientes de la escuela crítica poskeynesiana de la Universidad de Cambridge. Braun entendía que la economía debía necesariamente ser encarada como “economía política”, una disciplina científica donde el poder y su desigual distribución entre diferentes grupos sociales debían constituir uno de los ejes centrales del análisis. En uno de los documentos publicados en ese libro de Capital Intelectual (Colección Claves para Todos), “El Plan Económico del tercer peronismo. Límites estructurales y políticos”, Braun brinda interesantes enseñanzas para interpretar el actual ciclo económico-político. Azpiazu y Schorr introducen ese texto con el planteo de la situación de dependencia del capitalismo argentino, que Braun lo define con el concepto de “capitalismo monopolista dependiente”. Este no se refiere sólo a la propiedad legal de los medios de producción, sino a la imposibilidad de reproducir y ampliar esos medios de producción. Explica que “dado el carácter trunco del proceso de industrialización argentino (asociado a la existencia de numerosos ‘casilleros vacíos’ en la matriz de producción)” el capital extranjero y la oligarquía terrateniente poseen un decisivo poder de veto. “En el primer caso, a favor del control oligopólico que ejerce sobre núcleos estratégicos de la estructura industrial y la dependencia tecnológica de nuestro país”, destaca, para continuar que “en el segundo, por su rol decisivo como proveedora preponderante de divisas para ‘pagar’ las importaciones requeridas por la propia dinámica económica, particularmente la del sector manufacturero, y su gravitación en la elaboración de bienes-salario”. En esos años, la deuda externa no era gran demandante divisas para su repago, lo que implicó en las últimas décadas un factor adicional a favor de ese poder de veto de los grupos concentrado de la actividad agropecuaria. Braun apunta que “esta situación marca un límite estructural a la concreción de cualquier proyecto redistribucionista”. Pese a que esa época era de una extraordinaria efervescencia política (1974), Braun reconocía que “las posibilidades de revertir muy rápidamente, de golpear muy duramente al capital monopolista dependiente, son objetivamente limitadas”. Limitación que hoy el progresismo testimonial minimiza al abordar la compleja realidad con un discurso atractivo pero sin anclaje en las condiciones materiales y relación de fuerzas de los diferentes sujetos sociales.

En esa revisita a documentos de Braun, Azpiazu y Schorr destacan que esos textos escritos hace 35 años “no dejan de tener una notable actualidad a la hora de pensar la conformación de las fracciones dominantes del capital, los alineamientos y los enfrentamientos entre clases y fracciones de clase, así como las características y las limitaciones del proyecto de reconstrucción de un ‘capitalismo nacional’ en la Argentina de nuestros días”. Motivados por las reflexiones de Braun, esos investigadores las recrean para el presente escenario precisando sus características distintivas:

n La ahora autoproclamada “burguesía nacional”, prebendaria de escenarios privilegiados por las políticas públicas, es carente en absoluto de un proyecto autónomo del capital extranjero.

n La oligarquía terrateniente, con nuevos e insospechados aliados tácticos, mantiene una inserción estructural en la economía nacional y definiciones estratégicas similares a las de comienzo de los setenta.

n Una creciente presencia transnacional en la economía local.

n Una clase trabajadora fuertemente fragmentada y desmovilizada.

n Un Gobierno que no ha logrado desmantelar, hasta el momento, las bases sustantivas del modelo dependiente, concentrador y excluyente de los noventa.

Uno de los documentos rescatados es “Una charla sobre la actual coyuntura económica”. Braun introduce su exposición con una definición tajante: “Y hablando de nuestro país especialmente, creo, repito, que la variable más importante es la imposibilidad que tiene la burguesía nacional de llevar a cabo un proceso de acumulación, de crecimiento económico, en forma autónoma”. En otro texto remarca que no propone una “política antiagraria”, puesto que ese sector juega “un rol trascendente como productor de bienes de consumo popular y como generador de divisas vía la exportación”. Y recomienda que los productores reciban “precios compensatorios, sobre todo con seguridad a largo plazo”. Pese a esas restricciones que explicitó sobre el funcionamiento de la economía argentina, Braun está convencido de la posibilidad de avanzar en un proceso de transformación. En sus propias palabras sería así:

“Habíamos dicho que si había un proyecto de liberación tenía que ser un proyecto ‘de a poco’. De golpe no se puede hacer por una serie de razones que ya habíamos mencionado. Poco a poco había que ir acumulando tecnología, acumulando capital, etc., para producir un proceso de liberación conducido por el capital nacional, o sea, un proceso de liberación capitalista, o de capitalismo autónomo. Pero si se hace de a poco, si vamos acumulando de a poco, hay que, sin embargo, acumular cifras significativas para que luego de una serie de años, 4 o 5, se comiencen a ver los resultados, y cuando decimos cifras significativas hay que hablar en serio: quiero decir que para desarrollar una tecnología propia hay que gastar mucho dinero, no se puede hacer con monedas. Se debería extraer primero una enorme masa de excedente de los sectores ‘enemigos’ de las clases dominantes –capital monopólico dependiente y oligarquía terrateniente–, y después de todo esto usar todo lo posible para el proyecto de acumulación autónoma”.

El voto de las almas bellas

Por Mario Toer *

* Profesor titular de Política Latinoamericana en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

Las vísperas de unas elecciones, en las que se juegan muchas cosas, son apropiadas para algunas reflexiones. Sabemos que hay muchos votos cantados y difíciles de conmover. Está el voto de quienes defienden sus intereses, desconfían de lo que se ha extendido en toda la región y obran en consecuencia. Son coherentes, ninguna objeción. Después está el voto pánfilo. Son bastantes. Tienen muy poco que ver con los de arriba, pero se creen a pie juntillas los dislates con los que abruman los medios de desinformación. Son una pena. Rescatables, pero con mucho trabajo y paciencia.

Y después están los votos de los que quiero ocuparme en esta ocasión: el voto de las almas bellas. Se trata de votantes bien intencionados con quienes imaginamos mundos parecidos. Quieren lo mejor para sí y para sus semejantes, pero padecen de una crónica aversión para repasar y comprender la historia y les cuesta entender la dimensión de la política. Tienen poca idea de porqué la mayoría del electorado no los acompaña. Tienden a suponer, aunque no lo dicen, que es por mera necedad. Al fin de cuentas, un país tan lindo como el que ellos imaginan, ¿por qué no se suman los más, los objetivamente interesados? Algunos suelen diagnosticar que “carecen de conciencia”. Allá ellos, se dicen, poco importa, pero mi voto de alma bella enfila a reunirme con todos los que quieren para ahora un mundo mejor. Las almas bellas no son demasiadas. Pero tampoco son un puñado insignificante. Y tienden a agruparse en dos variantes.

Están los perseverantes abonados a micro emprendimientos (aunque sus concurrencias suelen renovarse según pasan los años) de quienes me he ocupado en otras oportunidades. Y están los más románticos y menos doctrinarios, que sinceramente sufren con los más postergados de la tierra y por los daños que se le causan a diario al planeta. Son sensibles a los vuelos retóricos y, en general, aceptan que su postura conjuga la política con la poesía. Silvio Rodríguez escribió una hermosa canción en su juventud, dedicada al Che, que aún se esforzaba en Cuba por conmover la economía de la isla. “Si el poeta eres tú”, decía el estribillo. Claro, a Fidel no le hubiera cuadrado una canción de este tenor. Era quien había armado las alianzas con hasta el último liberal que se oponía a Batista. Y hasta les había otorgado en un primer momento la presidencia de la república y el cargo de primer ministro, ni más ni menos. A pesar de que el Ejército Rebelde era dueño y señor de la isla. Y los señores Urrutia y Miró Cardona recién dejaron sus cargos cuando las mayorías salieron a la calle para exigirlo. Los poetas son imprescindibles en todos los espacios, pero para que el amasijo sea consistente debe nutrirse con lo que existe, y para que fragüe, los que van al frente tienen que saber caminar largas marchas por el barro. La poesía, como el cine y la plástica, estimulan el espíritu, y sin ella ninguna misión noble podría llevarse a cabo. Pero las leyes de la política son diferentes.

Un excelente analista y politólogo, Ezequiel Meler, decía hace poco en su blog Pre-textos, polemizando con un alma bella, más de la estirpe de los doctrinarios: “Siempre hay conciencia de clase. El tema es reconocer cómo se compone, qué determinantes históricos y culturales la integran, cuál es su sentido y dirección, si sirve a los fines políticos que nos proponemos, etc. La conciencia de clase puede no ser revolucionaria, puede no ser socialista, pero siempre es algo. De ese ‘algo’ parte el trabajo político, el tuyo y el mío”.

Y ésta es la cuestión. Tanto para los doctrinarios como para los poéticos. Si las almas bellas se interesaran por esta trama, descubrirían que un genial observador de nuestro mundo, Antonio Gramsci, diseñó con maestría la índole de los escenarios en los que transcurre la política. ¿Cómo articular con los más un espacio que pueda efectivamente disputar el territorio a los de arriba? La manera no puede provenir de mis sueños y aspiraciones. Ni provenir de rígidos principios. Tendrá que nutrirse de los complejos y contradictorios entrelazamientos que las mayorías han conjugado para negociar condiciones de vida que suponen mínimamente aceptables en el marco de ciertas condiciones. Las mayorías son portadoras de una vasta sabiduría que recorre generaciones y continentes. Y no son poéticas ni aventuradas. Pero son los protagonistas. Los protagonistas de la política y de los cambios posibles. A veces pueden equivocarse en toda la línea. Pero sólo desde su experiencia puede buscarse un nuevo camino.

En nuestros días, uno de los reclamos más persistentes de las almas bellas se relaciona con la opción de Kirchner por disputar y obtener la jefatura del Partido Justicialista. Se “pejotizó”, dicen, en una antojadiza y burda simplificación. La realidad es otra. Consiguió convocar a lo mejor que convivía en esta contradictoria conjunción, mezclada con oportunistas diversos y personajes que, tarde o temprano, se marchan para otras tiendas sin que nadie los eche con un úkase burocrático. No estamos hablando de un armado de ocasión, como existe en otras latitudes. Aquí se trata de un conglomerado con mística y largos años de persecución. Se trata nada menos que de un movimiento del que se dice que, sin él, no se puede gobernar. Los K, viniendo de la nada, disputaron en el territorio más temido, la provincia de Buenos Aires. Y ganaron. Viniendo de ese movimiento pretenden que quienes se abroquelaron en sus filas, aunque más no sea por mera autodefensa, cimentada en el número y la unidad, se sumen ahora a este nuevo curso que ha despuntado en toda América latina. Con sus tiempos, que no son los de los jóvenes leídos. Y es por esto, como es notorio, que la derecha se desvive por recomponer un armado que cuente con la suficiente presencia del mismo tronco por que también saben que sin esta vertiente no pueden recuperar la iniciativa. Hay razones de la historia que nos lo explican. No puede dilucidarse el tema en pocas palabras. Pero baste señalar que el movimiento se gestó y perduró porque lo que obtuvieron sus protagonistas fue consistente. Aunque haya supuesto una delegación en mandos que querían asegurarse que no se pasaría de ciertos límites. Si pretendemos convocar y hacer confluir otras vertientes, lo que es indispensable, pongamos manos a la obra despojándonos de devaneos por figurar en la cartelera y valorando lo que ya se ha producido.

Hoy, como nunca, las opciones son claras. O se es protagonista con las mayorías consolidando el curso que se ha abierto o se persiste en los antiguos cenáculos que rondan el 1 por ciento en algunos distritos o, a lo sumo, en la variante nutrida en fantasías de celuloide que se conforma con contar con alguna presencia tan solo en la ciudad que siempre ha sido esquiva a las mayorías, con incesantes reclamos por todo lo que resta por hacer.

En las filas de la restauración conservadora algunas cosas están fuera de discusión. Ya lo han dicho muchos. Y las almas bellas deberían reparar en este señalamiento. Si la derecha clama en todos los tonos contra este Gobierno, es porque algo que no es superficial está ocurriendo. ¿Por qué insistir en solazar el espíritu tan lejos de los cursos de la historia? La belleza de las almas también puede nutrirse del temple que supone cerrarle el paso a la contraofensiva conservadora y buscar los rumbos que permitan profundizar en un camino que no es transitable si no se cuenta con el calor y la presencia de los que son más y menos tienen. No sólo está en juego nuestro destino. También el de los demás pueblos del continente. Y como decía el poeta uruguayo tan sensible a las mayorías que estamos recordando: en la calle, codo con codo, somos más.



Ernesto Laclau: “Perder no es el fin del mundo”


Asegura que el kirchnerismo no hará una mala elección aunque advierte que le falta definir un proyecto de país. Cuestiona a la oposición y dispara: “Después de las elecciones, empieza una lucha para ganar más espacios progresistas”.

Por Luz Laici

Hay que decirlo: la política, en ocasiones, aburre. O provoca hasta el hartazgo. En un año que se preveía proselitista, el adelantamiento de las elecciones generó un estallido de peleas, declaraciones y simbología cruzada que, para el común de los mortales, expulsa un grito de basta y la necesidad de algo de cordura que pocas veces llega. Repasemos la lista: candidaturas testimoniales, impugnaciones, huevazos, chacareros frenéticos, presos que buscan saltar al Congreso, tilinguería, neoliberales desesperados por esquivar al Estado, empresarios con dedo acusador, manifestaciones por doquier, el caos o la nada. Y, claro, no nos olvidemos de Marcelo Tinelli y sus caricaturescos dirigentes que, de paso, aparecen en una fiesta con modelitos que bailan contentas y ligeras de ropa, como si el tiempo nos hubiera llevado de nuevo a los noventa. Sin escalas.

Pero... a quién culpar. ¿Cómo no relegar esas cuestiones a un segundo plano si, en el camino, hay que llegar a fin de mes o ver cómo se hace para mantener a los chicos en la escuela, con la paranoia de la gripe porcina dando vueltas? La reflexión de doña Rosa, además, no tarda en llegar: “Encima siempre son los mismos”.

Sin embargo, para Ernesto Laclau –uno de los intelectuales argentinos más reconocidos en el mundo, egresado de la UBA, profesor de la Universidad de Essex, donde llegó invitado por Eric Hobsbawn, coautor de Hegemonía y estrategia socialista y reciente director honorífico del Centro de Estudios del Discurso y las Identidades Sociopolíticas, de la UNSAM–, la respuesta se encuentra en lo profundo: “Todavía falta definir un proyecto de país”. Y aunque su definición parezca filosófica, cobra mayor sentido como una apelación al compromiso. “El panorama no es tan malo –afirma–. Hay que comprender que todas las medidas económicas que tomó el Gobierno fueron positivas. Como la estatización del sistema de capitalización jubilatorio. (Carlos) Menem y (Domingo) Cavallo construyeron un mecanismo que generó un déficit fiscal mayúsculo, cubierto con endeudamiento interno. Una especie de suicidio similar al impuesto por Martínez de Hoz, que estranguló a la industria. Releo esa historia y pienso que tuvimos criminales económicos y políticos que operaron para destruir el país. Hoy, por el contrario, eso está cambiando”.

–En su último libro, La razón populista, se mostró optimista porque “los pueblos latinoamericanos afirman con éxito su lucha emancipatoria”. ¿Considera al kirchnerismo como el motor del cambio en la Argentina?

–El kirchnerismo introdujo un poco de sentido común en el manejo de los factores económicos. La idea de una redistribución de la renta sobre la base de la famosa resolución 125 o la estatización del sistema jubilatorio fueron medidas de buen sentido. Y el pago de la deuda al FMI rompió la dependencia argentina.

–Menciona a las retenciones pero ese proyecto no logró avanzar en el Congreso...

–Pero eso no quita que lo que exigieron los ruralistas haya sido una cosa irracional. El actual gobierno quiso redistribuir el ingreso.

–Algunos movimientos sociales que apoyaban al kirchnerismo se alejaron por considerar que la redistribución era una cuenta pendiente. ¿Coincide con esta afirmación?

–Los movimientos sociales tienen razón: el Gobierno no fue demasiado lejos en ese campo. Pero la cuestión es ver cuál es la alternativa política, de carácter global, que estos movimientos presentan. No digo que sea el caso de Libres del Sur o Martín Sabbatella, que es un político honesto y progresista. Pero si empiezan a moverse por fuera de un espacio nacional popular como el kirchnerismo, pueden ser cooptados por la derecha. De hecho, (Raúl) Castells apoyó la movilización del campo, con protofascistas como Alfredo De Ángeli y la Argentina oligárquica que trataba de reagruparse. Ahora, si el Gobierno deja que se aparten demasiado, también estará perdiendo.

–¿Cómo analiza en este espacio la actitud del vicepresidente Julio Cobos?

–Cobos es un error histórico. Es un imbécil que ni sabe de qué lado sopla el viento. No creo que de ahí vaya a brotar la hierba.

–Aunque se perfile como uno de los referentes del radicalismo...

–Pero no creo que tenga futuro político. En el radicalismo lo volvieron a aceptar pero lo desprecian por buenos motivos y no creo que lo tomen muy en serio ni Gerardo Morales ni los históricos, como Ricardo Alfonsín. Pero tampoco veo a figuras de la derecha que se perfilen como grandes referentes. (Mauricio) Macri es una desilusión porque está encerrado en su propia cáscara. Y (Elisa) Carrió es una oportunista tal que a esta altura nadie la toma en serio. La única persona con cierta respetabilidad es Gabriela Michetti, pero no tiene volumen para ser líder histórica de un reagrupamiento.

–Al Gobierno le falta profundizar medidas y la oposición no perfila candidatos serios. ¿Somos un país inmaduro?

–No somos una democracia tan joven. Lo que pasa es que no hay un discurso opositor fuerte y el Gobierno, que sí es coherente, no consiguió plasmar su discurso en una interpelación de masas eficaz. Estamos en el limbo. Lo preocupante es que el espectro político se desgrane y la gente pierda entusiasmo.

–¿Por qué?

–Porque si dejan de interesarse en lo político, lo que llega no es el caos sino la indiferencia.

–¿La presidenta no plasma ese discurso?

–Cristina es la única que podría plasmarlo. Sus políticas son objetivamente buenas pero tiene que dar un paso más, plasmar el discurso en un proyecto de país. Hoy la gente no conoce cuáles son las propuestas globales.

–¿Cuál es el motivo?

–Los medios de comunicación, por ejemplo, no aportan o lo hacen de forma negativa. Cada semana, por ejemplo, (Joaquín) Morales Solá mantiene un discurso frenético en contra de lo que se opone y La Nación presenta una ofensiva ideológica inequívoca. Pero ese discurso de la derecha todavía no está interpelando a la gente fuertemente. Tampoco el kirchnerismo.

–¿Y cómo revierten los K esta cuestión?

–Con un equilibrio que el kirchnerismo todavía no alcanzó. El tema está en que, por un lado, tiene que confiar en las viejas formas del aparato, como los señores del conurbano que fueron menemistas, duhaldistas y ahora son kirchneristas, para que el proyecto político sea viable. Y, por el otro, ciertas fuerzas que pertenecían a la experiencia histórica de la apertura kirchnerista como Barrios de Pie o Sabbatella se están abriendo del modelo. Si todo el proceso queda referido al PJ, el proyecto no tendrá viabilidad futura. Del mismo modo que si pasa a ser sólo ideológico. El discurso político que he desarrollado va más en el sentido de la transversalidad del Frente para la Victoria que en el sentido pejotista. Pero alcanzar esa estabilidad entre ambos definirá la posibilidad de la democracia argentina en los próximos años.

–Y a corto plazo, después del 28 de junio, ¿cómo vislumbra el panorama?

–Como un rompecabezas, con una situación nacional heterogénea. Pero no creo que vaya a ser una debacle para el Gobierno, que seguramente obtenga más del 30 por ciento de los votos. Perder la mayoría en el Congreso no es el fin del mundo. Al contrario, ahí empieza una guerra de posiciones, en el sentido gramsciano, para ganar más espacios progresistas. Acá cuestionan las candidaturas testimoniales cuando con ellas intentan mostrarle al país cuál es el proyecto de cambio. Es como el tema de la reelección indefinida. La cuestionan pero siempre puede haber otro candidato. Lo que sucede es que el sistema institucional siempre es corporativo e intenta mantener el statu quo. Pasó con el yrigoyenismo y el antipersonalismo de Alvear, a través del cual se reconstituía la derecha. Pasó con la oposición a Perón, porque los conservadores no querían que predominara la voluntad popular. Cuando a mí me hablan de antipersonalismo, de oposición a la reelección y todo este tipo de cosas, saco el revólver porque lo que tratan de organizar a través de estos lemas es la traición nacional.

–¿Y quiénes representan hoy esa traición?

–¿Querés que te diga los nombres? Macri, Carrió, Cobos, Gerardo Morales, Stolbizer. La lista todavía es larga.

Los e-mails que oponen a De Narváez y Faggionatto

En un correo electrónico, el diputado-candidato de Unión-PRO anticipó que “al señor de Campana lo recusaremos”. El que lo recusó cuatro días después fue el Rey de la efedrina, a través de Cúneo Libarona, el abogado que comparte con una de las empresas de De Narváez


“La efedrina no llega a la gente, seguirán intentándolo, al señor de Campana lo recusaremos”. La frase forma parte de un e-mail que le escribió el diputado-candidato de Unión-PRO, Francisco de Narváez, a un periodista del diario La Nación el pasado 9 de mayo. Cuatro días después Mariano Cúneo Libarona, como defensor del detenido por narcotráfico y contrabando Mario Segovia, recusaba al juez Federico Faggionatto Márquez. Cúneo Libarona es a la sazón abogado corporativo del Canal América, una de las empresas de De Narváez. El intercambio de correos electrónicos llegó en forma anónima al juzgado federal de Zárate-Campana el pasado 22 de mayo. El magistrado remitió a la Cámara Federal de San Martín el material para que lo evaluara en el marco de su recusación. El 28 de mayo los camaristas rechazaron la separación del juez. El 1° de junio el columnista confirmó, en su declaración como testigo, la autenticidad de los e-mails. Este elemento, más los dichos de dos testigos de identidad reservada, se sumaron a los motivos acumulados por el juez para realizar la citación a indagatoria de De Narváez para mañana a las 10.

Ayer, De Narváez anunció públicamente que recusará al juez porque consideró “obsceno” que la Justicia lo cite. En este caso lo anticipó públicamente y se atiene a la ley puesto que fue citado como imputado. El oficio, firmado por Faggionatto Márquez, ingresó a las 9.20 a Cámara de Diputados y está fechado el viernes pasado. Lo llamativo de su estrategia judicial es que ya a principios de mayo cuando se lo había requerido como testigo planteaba la recusación, una figura que sólo está prevista para un acusado y coincidió con el recurso al que apeló el mediático Cúneo Libarona como defensor de Segovia.

Los e-mails que llegaron en un sobre sin remitente al juzgado de Zárate-Campana fueron enviados también a distintos medios de comunicación, funcionarios y dirigentes de la oposición y organismos defensores de los derechos humanos. El periodista Carlos Pagni dejó constancia en su testimonio del malestar que le provocó saber que esa correspondencia hubiera trascendido. Con la confirmación de la autenticidad, los e-mails quedaron incorporados a la causa. Las denuncias o la presentación de documentación en forma anónima son habituales en las causas por narcotráfico o corrupción. La investigación por coimas en el Senado que terminó con el procesamiento del ex presidente de la Alianza, Fernando de la Rúa, empezó con un anónimo que circuló por los despachos de la Cámara alta.

Los llamados

Desde que el registro de Nextel certificó que desde el teléfono 155-451-2227, a nombre de De Narváez, se habían hecho cuatro llamadas a Benítez-Segovia, el diputado emprendió un sinuoso camino de defensa. Primero se autodenunció y dijo que no apelaría a sus fueros. Mandó a filmar con cámara oculta y a retirarle el Nextel a Danilo Coronel, el parrillero que usaba el aparato sospechado. No cumplió con su palabra y optó por declarar por escrito cuando Faggionatto Márquez le pidió explicaciones como testigo. A renglón seguido apareció en escena Cúneo Libarona, como defensor de Segovia, para recusar al juez días después de que el propio De Narváez anticipara su estrategia en el e-mail que se revela en esta nota. Ahora, directamente consideró una afrenta que la Justicia lo investigue como a cualquier otro ciudadano. Dijo, además, que no se “despojará” de sus fueros. En rigor, la posibilidad del desafuero no es una atribución personal sino que es la Cámara baja la que debe resolverlo en caso de que se ordene la detención, por ejemplo, de uno de sus miembros. El diputado-candidato atribuye sus sinsabores judiciales sólo a los avatares de la campaña electoral y machaca contra los pedidos de juicio político que acumula Faggionatto Márquez (ver aparte).

Testigos

El 28 de mayo, la Cámara Federal de San Martín confirmó la continuidad de Faggionatto Márquez en la causa por tráfico de efedrina. Durante casi un mes la recusación paralizó la posibilidad de dictar medidas procesales pero no la continuidad en la recolección de prueba. Aparecieron dos testigos de identidad reservada que aportaron información sobre supuestos vínculos entre Segovia y el diputado-candidato. Uno de ellos, que estuvo preso por narcotráfico, aseguró que un grupo de colombianos que pretendían hacer pie en la Argentina para el tráfico de cocaína a Europa tenía relaciones con De Narváez. Aportó nombres y relaciones que la justicia investiga.

Otro de los testimonios surgió de un ex encargado de un depósito de una empresa contratada por el supermercado mayorista Makro. El declarante señaló que en una exportación de miles de toneladas de azúcar a México se ocultaron cientos de kilos de efedrina y señaló que el supermercado pertenecía en ese momento al empresario-candidato. El entramado de fechas y hechos es otra de las piezas del rompecabezas que se intenta rearmar en la Justicia. El principal detenido, Mario Segovia, tuvo un meteórico ascenso social que en diez años lo transformó de mozo en propietario de una mansión en Rosario y varios superautos como una Hummer y un Rolls Royce.

La posibilidad de confrontar los dichos de los testigos con el testimonio de De Narváez quedará demorada por la decisión del diputado de recusar al magistrado. Nuevamente la causa entrará en un compás de espera hasta que se decida si es viable el recurso que fue rechazado, por otros motivos, hace apenas diez días. El planteo de Cúneo Libarona se fundó en que el juez le había ofrecido a Segovia mejorar su situación procesal a cambio de que involucrara en forma directa al candidato en sus tropelías de contrabando y narcotráfico. Los camaristas Alberto Criscuolo, Daniel Mario Rudi y Hugo Daniel Gurruchaga no hicieron lugar al planteo. El candidato que pide “Me ayudás” en cada spot de campaña hará extensivo su slogan, ahora en forma personal, ante los mismos camaristas.



Nosthalgia

Robert Bresson