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RADIO › LA IMPREVISTA SALIDA DE ALEJANDRO APO DE RADIO CONTINENTAL
“Me dieron argumentos económicos”

El conductor de Todo con afecto y Donde quiera que estés fue sacado del aire por la emisora en forma sorpresiva.


Por Facundo García

Si el hecho hubiera involucrado a algún referente de la oposición, los autoproclamados paladines de la democracia ya habrían izado su bandera de guerra. Sin embargo, quien fue separado de su puesto en Radio Continental es Alejandro Apo, un hombre que sostiene posiciones distintas al monólogo derechizante de las corporaciones. En consecuencia, el silencio alrededor del caso fue moneda corriente a lo largo de toda la semana: la emisora del Grupo Prisa ni siquiera dejó que el conductor se despidiera de su audiencia; y no se armó la cruzada en pos de la “libertad de expresión” que suele iniciarse cuando otros periodistas célebres se enfrentan a situaciones similares. Evidentemente, para el entramado mediático argentino siguen existiendo despedidos de primera y despedidos de segunda.

Y por más que Apo se encargue de matizar las posibles hipótesis, es difícil no ligar lo sucedido con el contexto político: “Es obvio que yo tengo una actitud particular respecto de algunas cosas que se han dado últimamente en el país. En contraste, Continental no era precisamente afín al Gobierno. Pero eso no significa que yo haya padecido una persecución ideológica. El argumento que me dieron tiene que ver directamente con lo económico. Es más: yo creo que los ejecutivos responsables de esta movida ni saben que soy comentarista. ¡Menos se van a interesar por la lectura que hago de la realidad!”, señala el comunicador.

Apo –que ha sostenido varias veces su apoyo a una nueva Ley de Radiodifusión– tenía dos programas. Todo con afecto se emitía los sábados de catorce a diecisiete y Donde quiera que estés iba de lunes a viernes entre la medianoche y la una. Además participaba como comentarista en el partido central de los domingos, junto a Víctor Hugo Morales. Luego de recibir la noticia y saber que Apo no podría saludar a sus seguidores, el propio Víctor Hugo informó lo ocurrido a la audiencia y expresó su apoyo al trabajador desafectado. “El es un amigo más allá de cualquier circunstancia –enfatiza Apo–. Siempre me defendió y no quiero que haya confusiones en ese punto.” Por lo demás, el entrevistado cree que haberle negado la posibilidad de dar un último mensaje a su público “es un detalle sombrío, que muestra la línea de conducta que siguen ciertos empresarios”. Y agrega: “Dejarme saludar era un acto de mínima deferencia. Qué se le va a hacer, al final es como decía mi abuela, ‘las peras se le piden al peral’”.

El autor de Y el fútbol contó un cuento estuvo en Continental durante más de dieciocho años, de modo que la reacción de los oyentes no se hizo esperar. “No tengo forma de agradecer tanto cariño. Me ha llamado gente de la calle, del Gobierno, de la oposición, amigos y no amigos”, reconoce. Nada de eso alejó el desconcierto por lo súbito del cambio. “La verdad, fue sorpresivo. Yo estaba negociando mi salida de Continental y supuse que podíamos llegar a un acuerdo. De golpe me llamaron el martes y me recibieron directamente con un escribano, dejándome en banda a mitad de año.”

–¿Hasta cuándo tenía contrato?

–Estaba sin contrato escrito.

–Cuesta evitar las comparaciones. Después de todo, cuando se han dado circunstancias similares con otros periodistas –por ejemplo Nelson Castro– la reacción de las empresas informativas ha sido bien distinta...

–Con la diferencia de que a Nelson le abonaron hasta el último peso antes de separarlo de la programación, sin que el cambio de dirección que se había producido en la compañía afectara el pago. Eso no me está pasando a mí, así que voy a defenderme por la vía legal.

Teniendo en cuenta los capitales que controla el Grupo Prisa –una corporación multimillonaria, donde Continental representa sólo un pequeño eslabón– queda claro que la falta de consideración hacia el profesional que pasó buena parte de su carrera en el 590 del dial responde a un capricho de gestión o a una decisión de otra índole. El argumento económico, en definitiva, parece a todas luces insuficiente. “Prefiero no quejarme. Soy un agradecido por tener la vida que tengo, y sé que mucho de lo que disfruto cada día se lo debo a quienes pelean porque vivamos mejor. Me pongo en el terreno de los agradecidos, y no en el de los quejosos”, subraya el escritor y periodista. A lo largo de la conversación evita cualquier martirologio, y dice tomar el ejemplo de “tantas personas humildes que le meten parejo al laburo cada mañana, poniéndoles el pecho a los problemas en vez de llorar”. En la misma sintonía, se desmarca de “tantos que tienen casas y autos fantásticos y se la pasan apelando a la queja ‘porque sí’” y aclara que a pesar de “no hacer gestión política ni tener simpatías con el oficialismo a un nivel personal”, se siente “respaldado por este gobierno, que propone lo contrario al ajuste y tiene una impronta con la que coincido”.

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