"LA LEY DE LA DICTADURA ES UNA VERGÜENZA PARA EL MUNDO"

Las Madres en el Senado, en apoyo a la nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual

"LA LEY DE LA DICTADURA ES UNA VERGÜENZA PARA EL MUNDO"

La Presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, participó, este lunes 28 de septiembre, del debate de las comisiones del Senado en torno al proyecto de Ley de Servicios Audiovisuales.

Ésta fue su intervención:

“Esta ley la tenemos que sacar, esta ley nos prohibió hablar. Cuando escuchaba los discursos anteriores pensaba que después de 33 años, 34, la gente se olvida lo que pasaba, cuando se llevaban los hijos: uno, dos, tres; los medios, estos que estamos cuestionando decían ‘Son terroristas, está bien. Si los torturan y los matan, no pasa nada’.

Se vino a mi cabeza una tarde que me llaman y me dicen que habían matado a un grupo grande de jóvenes, que no sabían cuántos, que estaban en el bosque y el diario decía ‘muertos en enfrentamientos’, y corrimos al bosque y habían sido fusilados y colgados de los árboles. Fusilados y colgados de los árboles. No sabíamos quiénes eran, no nos dejaron acercar, y los medios, todos, al otro día replicaron: ‘Muertos en enfrentamientos’.

Otro día encontraron un camión frigorífico con 32 pibes colgados de los ganchos, ‘muertos en enfrentamientos’. Aquellos periodistas maravillosos que se animaron a decir fueron secuestrados y corrieron la misma suerte que nuestros hijos. Desde acá, desde este lugar, debemos reivindicarlos: 156 hombres que no se callaron y por no callar, no aparecieron.

No teníamos cómo, ni manera posible de denunciar lo que nos estaba pasando. Nuestras casas quemadas, sin los hijos. Empezamos a idear nuevas formas de ver y lo primero que hicimos fue una tarjeta que, para que no fuera volante, cada una hacía las que podía, en cartulina, le ponía una cruz, un corazón sangrando, denunciando que nos faltaban los hijos y hacíamos cien, doscientas, trescientas: las que podíamos, y las repartíamos en las esquinas para que la gente supiera: ‘señores, no tenemos los hijos, no faltan’. No sé cuánta gente se enteró en las esquinas, en el barrio o en el supermercado hasta que nos corrían.

Y después decidimos escribir los billetes de dinero, en cada billete poníamos ‘tengo un hijo desaparecido’, o dos, o tres, los que nos faltaban; y a la misma hora íbamos a la distintas ferias y ahí los repartíamos: pagábamos con ese dinero y era el volante que corría rápido y nos poníamos contentas porque más gente se estaba enterando que había desaparecidos, que eran hombres y mujeres que querían un país distinto, que amaban la patria y la tierra, que son nuestras, y ellos nos iban enseñando un país diferente: querían vivir y que otros vivan, querían que otros sueñen, que otros coman.

Ese volante pasaba rápido hasta que nos empezaron a correr y llegar a nuestras casas y llevarnos presas porque era delito escribir el dinero. Y luego fuimos a las iglesias, y dentro de los cantos colocábamos papeles en los asientos porque no había forma de que esta prensa canalla dijera otra cosa.

Por eso apoyamos, queremos y tiene que salir esta nueva ley, que no es de nadie. No es de Kirchner, ni de Cristina: es de todos los que hemos vivido en carne propia, los que todavía nos sangran las heridas. Esta ley es de todos nosotros, tiene que salir y no hay tutía que valga: si no estás con esta ley y querés la que está es porque estás con la dictadura sangrienta a la que no vamos a olvidar ni vamos a perdonar.

Ahora mismo las Madres no tenemos medios. Por suerte tenemos una radio. ¿Alguien sabe lo que hacemos las Madres? No. Nadie sabe. Yo traje acá unos cuadernillos para algunos que no saben, sepan lo que estamos haciendo: cómo estamos construyendo esta patria que amamos y por la cual nuestros hijos dieron su sangre.

La Radio es una cosa impresionante, necesaria, indispensable pero con una nueva ley, no con una ley que amordace, no con una ley que te calle. Cuando las Madres conseguimos sacar alguna solicitada en La Nación, La Prensa o Clarín nos cobraban más caro que dos departamentos juntos y teníamos que ir a la comisaría a buscar ‘certificados de buena conducta’ toda la familia para que eso saliera en el periódico. Pero la primera solicitada que salió con nuestros nombres no sólo nos costó un montón de dinero, nos costó la vida de tres de nuestras mejores Madres. Sí, sí, por culpa de la solicitada. La solicitada era la voz de las Madres, tenía nuestros nombres y nuestros domicilios. Y la prensa canalla no aceptó, no soportó y secuestro a tres de nuestras mejores Madres: Azucena Villaflor de Vicenti, Esther Ballestrino de Careaga y Mary Ponce. Fueron secuestradas por la Escuela de Mecánica de la Armada y tiradas al río y no salió nada. Hoy mismo decir que la Marina secuestró tres Madres, estos medios, Clarín, La Nación, La Prensa, y no les cuento la televisión, ni hablar; no quieren hablar de que hay tres Madres secuestradas. O sea que no sólo cuesta lo que ustedes saben sino que cuesta vida, todo el tiempo nos cuesta vidas.

Esta ley de la dictadura es vergüenza, es una vergüenza para el mundo, no nos tenemos que seguir avergonzando, tenemos que estar orgullosos de que hay 156 periodistas que por decir la verdad prefirieron morir.

(Casualmente, en ese instante se cortó el sonido del Senado. Lo que sigue son las palabras de Hebe, sin micrófono)

(…) Va a quedar claro en el Parlamento, cuando este Senado vote a favor de la nueva ley, quiénes somos y adónde estamos cada uno de nosotros. Los que queremos la patria verdadera, para todos, esta patria que nos debemos. Cuando tengamos los medios, todos tenemos derechos, van a querer Clarín o La Nación pero por cada diario debe haber diez de los otros o veinte o treinta o cuarenta. Las Madres hicimos un boletín en el 80, y un periódico en el 84 y hoy sacamos una nueva revista. Porque nuestra voz no se escucha en ningún lado. Nadie sabe lo que hacemos, o no quieren saber, y nosotros nos ocupamos de que se sepa: ‘Sueños Compartidos’, son los únicos que se hacen realidad. Y con la ley de la dictadura seguramente no se puede compartir nada. Porque el capitalismo te manda eso: que nos ocupemos cada uno de sus propios hijos y nada más. Por suerte las Madres tenemos mucha fuerza todavía aunque tengamos entre 80 y 95 años cada una.

Iba a traer algo para leer de la Radio Rebelde, donde el Che se comunicaba cuando estaban llegando a Cuba: una maravilla; pero preferí hablarle de las Madres, de lo que hacemos las Madres, de lo que amamos las Madres, de la pasión que ponemos en lo que hacemos: muchas de nosotras vamos dejando este mundo, por la edad, por el tiempo, pero también estamos dejando una forma de vivir, una forma de pensar, una forma de sentir, cueste lo que cueste. No importa cuántas veces nos pegaron, cuántas veces fuimos presas, no importa cuántos hijos nos faltan porque cada hijo nuestro nace en cada uno que trabaja, que lucha, que pelea, que está en la Universidad, que levanta una casa, que se levanta porque no quiere más la opresión.

La ley es indispensable, no podemos seguir con la ley anterior. La ley anterior es de vergüenza. Con la ley anterior se quemaron libros, universidades, casas, personas, niños. No podemos seguir teniendo esta ley. Pienso que el Parlamento tiene hombres probos y mujeres valientes que también quieren una patria más grande, más linda, mejor, donde podamos vivir con libertad, donde las comunidades tengan su radio y su periódico, donde las universidades tengan su radio, los hospitales; y también una televisora, aunque sea para pasar los casamientos, ¿por qué no?.

Tenemos derecho, y es el derecho a la libertad y la libertad empieza con eso: con poder opinar, que todos sepamos qué piensa el otro, pero no que haya un grupito que se adueñe de esos pensamientos y que ponemos la televisión y vemos todo lo mismo: los fachos, los fachos y los fachos. Estoy harta de eso y me hace acordar muchísimo a la dictadura. No queremos más dictaduras en este país. No podemos aceptar más dictaduras en Latinoamérica. No podemos aceptar más Golpes de Estado. No podemos aceptar más, las Madres, que nos saquen nuestros hijos.

Nuestros hijos nos enseñaron todo lo que somos y todo lo que sabemos y, sobre todo, nos enseñaron a defender la libertad y aquí estoy para eso. Gracias”

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